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El Franquismo

Una de las principales consecuencias de la Guerra Civil fue la aparición del Franquismo, un régimen político dictatorial de carácter personalista que se prolongó durante cuarenta años. Durante este tiempo el dictador acaparó todo el poder, convirtiéndose en Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Partido Único (FET de las JONS). Su régimen sufrió importantes cambios políticos e ideológicos, pero estas modificaciones no alteraron su poder omnímodo. Él siempre fue el árbitro y moderador que daba cohesión a un régimen respaldado por los grupos políticos vencedores en la Guerra Civil (monárquicos alfonsinos, carlistas, católicos, falangistas y militares).

Durante los primeros años de la dictadura (1939-1945), el franquismo caminó hacia el totalitarismo, impulsado por la posibilidad de una victoria del EJE en la II Guerra Mundial. Desde el punto de vista económico se puso en marcha una política autárquica cuyas lineas maestras se mantendrían durante décadas, generando importantes desequilibrios en la economía española.

Finalizada la II Guerra Mundial el Franquismo giró ideológicamente hacia el Nacional-Catolicismo, con la intención romper el aislamiento impuesto por los aliados. Es en este momento cuando el régimen elabora un sistema político cuyos pilares eran la llamada Democracia Orgánica y la Monarquía sin Rey. Para otorgar seguridad jurídica al mismo se apoyó en las llamadas Leyes Fundamentales, que contenían los elementos básicos del sistema y también sus fundamentos ideológicos (antiliberalismo, anticomunismo, nacionalismo centralista, catolicismo...)

A partir de 1956 el régimen realizó un nuevo viraje impuesto por la situación económica. Los tecnócratas del Opus Dei ocuparon las principales carteras ministeriales e impulsaron el Plan de Estabilización Nacional de 1959 y los planes de desarrollo que pretendían la liberalización del país para dejar atras definitivamente el intervencionismo autárquico. El resultado fue un espectacular crecimiento económico que hizo surgir una importante clase media urbana. 

En esta última etapa la oposición al franquismo se reactivó impulsada por los partidos y sindicatos de izquierda, los movimientos nacionalistas, la Universidad e incluso la renovada Iglesia Católica. Tras el asesinato de Carrero Blanco España se preparaba para un nuevo tiempo político. Rupturistas, continuistas y reformistas se mantenían expectantes ante la inminente muerte del dictador. 

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