La muerte de Fernando VII en 1833 abre un nuevo periodo de la Historia de España: la consolidación del liberalismo frente al absolutismo, el inicio de la industrialización y la consolidación de la sociedad de clases. La resistencia absolutista se salda con una guerra civil: la Primera Guerra Carlista. La regente María Cristina se alía con los liberales para preservar el trono de su hija frente a Carlos María Isidro, el pretendente absolutista. 

Durante la guerra hay un pacto entre las facciones liberales para asentar el nuevo régimen político. El fin de la misma da lugar al triunfo de las tesis más moderadas o doctrinarias, donde la reina Isabel adquiere amplios poderes mientras gran parte de la sociedad española queda fuera del sistema político. Desde 1843, los liberales más progresistas solo llegan al poder por la vía del pronunciamiento.

La corrupción, el amiguismo, la manipulación electoral, la pobreza material y espiritual del país darán lugar a una unión de fuerzas políticas hacia 1866 que impulsarán un proceso revolucionario hacia la democracia: será la Gloriosa de 1868.